de Eugenia Bareiro.
Cientos de espacios atravesados,
infinidad de caminos recorridos,
tal vez inacabados.
Soledades presentes inundadas en descuidos.
Amorfo sentimiento retraído,
a veces dulce, otras olvido.
Pedazos cifrados, milimétricamente,
sonidos de ensueño, casi dormidos.
No tiene sentido el verso escrito,
desmembra latidos, casi extintos.
Refugiados en banales sendas superfluas,
me río del destino, cada vez que se ausenta.
Y en los campos vastos, de mis errores vivo,
donde no hay senderos, donde no arribo.
Cuando el frío yace, convexo al alma,
el desvelo es eterno y calma ya no es calma.
Atraídos por la noche, llegan vacíos los lazos,
desarmados de lujuría, hechos polvo,
hechos nada.